Elogio de la danza

Elogio de la Danza fue concebida en 1964 originalmente para la danza a petición del coreógrafo Luis Trápaga. Además de su coreografía, destacan montajes como el de Maurice Béjart filmado por la televisión belga en los años setenta, donde el propio Brouwer aparecía tocando junto a los bailarines. Otra versión notable fue la de Iván Tenorio en 1976, titulada Ancestro Ibérico, presentada en el Anfiteatro de Varna, Bulgaria. En junio de 1991 el coreógrafo español Nacho Duato estrenó Kaburías con la Compañía Nacional de Danza de España en el Festival Internacional de Danza de Itálica en Sevilla. El título alega la contraposición de dos estilos de danza, música y teatro: el kabuki y el flamenco (bulerías). 
 
Más que un elogio a la danza latinoamericana -como señaló Harold Gramatges- es un homenaje universal a la danza. Su música evoca aires comunes a diversas culturas y, en particular, referencias al flamenco perceptibles en los rasgueados y toques de caja característicos.

La obra ha trascendido por múltiples razones: su equilibrio casi perfecto, su elaboración técnica y su capacidad para sintetizar lo popular nacional, la tradición española y el bagaje cultural del compositor. Su impacto es tal que resulta difícil cuantificar la cantidad de grabaciones realizadas o los guitarristas que la han incluido en su repertorio. Elogio de la Danza se ha convertido en una obra emblemática, casi un himno dentro del mundo de la guitarra.

En 2022, con motivo del 60 aniversario de la obra, el compositor compuso una nueva introducción para el primer movimiento (Lento). En la presente edición, esta introducción se incluye como una opción adicional, permitiendo al guitarrista decidir entre interpretar la introducción original de 1964 o ésta, de 2022.